A veces olvido que escribir me ayuda, y me sepulto en el silencio de haber olvidado el bolígrafo. Otras veces escribo, sin más, sobre el viento y la tierra; sobre el frío de la mirada que se pierde en la melancolía. Escribo sobre lo que tus manos nunca podrán tocar y sobre lo que mis labios nunca van a pronunciar.
A veces olvido por qué escribo y por eso lucho contra la sinrazón del olvido. Me siento, respiro, y dejo correr la tinta. Sólo mi cabeza sabe que aún no estoy loca.
Palabras como hortalizas
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