A veces me olvidaba de que no sabía hacer otra cosa que escribir e intentaba por todos los medios engañar al mundo con la absurda idea de esconder en otros artes mis ganas de expresar. Como es natural siempre volvía al mismo sitio, cogía un bolígrafo y empezaba a escribir mentiras.
Algunos días, cuando las palabras no cogían el sentido que mi cabeza pretendía, lloraba de impotencia; desconsolada porque ya no servía para nada. Llenaba mi libreta de borrones y mi cabeza de silencios.
Otras veces las palabras mismas eran las que le daban sentido a mi cabeza y era entonces, y sólo entonces, cuando comprendía que eran todos esos borrones que había hecho antes los que le dan el sentido a las palabras que escribo ahora.
Y así, cada borrón será una nueva palabra. Y cada palabra una esperanza a un montón de libretas llenas de borrones.
*Éste es el relato de una "Letra Imaginada" que se puede ver en: http://fotografiasop.blogspot.com.es/
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