Los jueves larderos son tristes desde que me faltan todas las palabas de su definición,
el peor día para estar sola, el infinitamente peor día para sentirse sola.
Los jueves larderos son tristes desde que éste triste pueblo me hundió en su tristeza,
la peor tristeza gris que ni enfría ni abriga, que ni llueve ni deja.
Los jueves larderos de pan chorizos y huevos que llenan de mierda mi pobre corazón,
el peor corazón que jamás se abrirá para nadie, para nada.
Y que no te engañen mis lágrimas, lo único que sé es mentir a mi cabeza.
Y que no te mienta mi boca, lo único que hace es quejarse como una loca.
Los jueves larderos son tristes desde que me abandonó la compañía que aunque no siempre acompaña siempre engaña,
el mejor engaño que he sufrido jamás, que siempre dice lo que quieres oír.
Los jueves larderos son tristes desde que febrero ya no ilumina esperanzas,
las pobres esperanzas que olvidan el trabajo que costó esperar, que olvidan que esperando uno se murió desesperado.
Los jueves larderos son tristes y grises, desde hace tiempo que ya ni crezco ni quiero crecer,
la mejor manera de ver la tarde caer, de ver el tiempo perder.
Y que no te engañe mi tristeza, lo único que quiero es una palabra ajena.
Y que no te engañe mi tristeza, lo único que necesito es una palabra ajena.
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