Me duele tu indiferencia pasajera
y tus pasajeras en la noche,
las estrellas que no miramos
y las miradas que no me prestas.
Tu silencio
tu luz
y tu distancia.
Me duele el rincón donde no nos vimos,
los borrones de mi libreta,
las palabras que ahogaste
y tu risa que me mentía.
Y tu silencio.
Sobre todo, me duele tu silencio.
Me duelen los gritos sordos
a oídos que me olvidaron
antes de llegar a tocar tus manos.
Ya no sé qué fuimos.
Ya no sé qué seremos.
Ya no sé qué espero.
Me gustaban tus mordiscos.
Me gustaba tu miedo.
Me gustaba tu silencio
cuando hablabas con las manos.
Ya no sé qué espero.
Tu silencio.
Espero que rompas tu silencio.
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