Que cuando la lluvia hace burbujas
nunca para de llover
me lo enseñaste tu dentro de un coche
empañado por el sudor de agosto.
Y que triste que aún me amargues los
finales,
los Febreros y las próximas
primaveras,
que triste que me sorprenda sonriéndole
a todas tus desilusiones.
Que cuando alguien lucha por una
sonrisa
todo es una batalla ganada al silencio
me lo enseñaste tu frente al abismo
de aquellos lugares que ya no son
nuestros.
Y que triste ver que no hemos llegado a
ser nada,
ni luz, ni vida, ni besos a escondidas.
Que triste que me sorprenda alegrándome
de todos tus desamores.
Y yo sigo aquí,
escuchando canciones tristes
vistiendo camisetas grises
recordando un amor tan efímero
que ya no existen más veranos que el
tuyo.
Tu medio verano,
tu tatuaje de pega,
tu mano que ya no me busca
y tu sonrisa que ya apenas recuerdo.
Que cuando no existe la rima
es el corazón quién la busca
no me lo enseñaste tu;
pero has venido a recordármelo
como si el tiempo no pasara.
Y que si la lluvia que ensucia el
corazón
es la misma que hace burbujas dentro de
ti
todavía me queda el consuelo
de que sea tu libertad la que me
buscará
el día que deje de alegrarme de tu
soledad.
Porque yo seguiré aquí;
escuchando canciones tristes,
vistiendo camisetas grises.
Con tus caricias en mi cabeza
y mi cabeza en tu tristeza.
Sin poder abrazarte,
sin poder mirarte.
O mejor:
yo escribiré las canciones tristes,
porque ya no recuerdo
cuando el amor era eterno
y todos los enamorados se besaban
sin importar que fuera invierno.
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