Viajes
a medias en la misma calle de lágrimas ajenas. Televisores que nunca dirán
nada. Espero en la acera que ya me atrevo a cruzar y el semáforo nunca se pone
verde. Hay una duda en las manos que ya me atrevo a tocar. Hay alegría en los
ojos que ya me atrevo a mirar. Hay silencio en la boca que ya me atrevo a
besar.
Pero el semáforo nunca se pone verde.
Me pierdo en refugios externos de gente sin
cuerpo, de silencios secretos. Busco en palabras ajenas la confidencia de
alguien que solo existe lejos de este silencio. Me envuelve la mentira que
crece a las afueras de este pensamiento frío y mezquino.
Cada día mis palabras pierden un poco el
sentido y mis letras ya no escriben lo que dicta mi corazón.
Palabras como hortalizas.
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